New York, New York
De entre todos los proyectos fallidos de Martin Scorsese, New York New York es para quien esto firma el más bello y estimulante (hasta el punto de figurar en la lista de sus cinco películas que prefiero).
De entre todos los proyectos fallidos de Martin Scorsese, New York New York es para quien esto firma el más bello y estimulante (hasta el punto de figurar en la lista de sus cinco películas que prefiero).
“Todos nuestros esfuerzos deberían encaminarse a librar al cine de aquello que no le es propio, de todo lo que es innecesario y trivial y proviene de otras fuentes - todos los trucos, gags y actividades que no pertenecen al cine sino al teatro y a los libros (...). Debemos buscar cada vez mayor sencillez y dedicación a la técnica y materiales puramente cinematográficos”
Friedrich W. Murnau
Además de una excelente comedia romántica y uno de los títulos germinales de la screwball comedy (género que, podríamos convenir, inaugura un par de años antes Lubitsch con la magistral Un ladrón en la alcoba), Sucedió una noche ostenta el mérito de ser una de las primeras, sino la primera, grandes road movies de la historia del cine, un subgénero que, a partir de la irrupci
“Detesto las angulaciones extrañas, los objetivos deformantes. Así es muy fácil despistar al espectador. Mientras que permanecer muy cerca de los actores, no utilizar nunca trucos y, sin embargo, crear una atmósfera extraña, es mucho más difícil”
Jacques Tourneur
Iba siendo hora ya de incluir en esta página una película de Stan Laurel y Oliver Hardy, o El Gordo y el Flaco, como siempre los hemos conocido por estos lares. Y escribo “de Stan Laurel y Oliver Hardy” porque en pocos casos como en el de la pareja cómica las películas son tan o más de sus protagonistas como de sus directores (aquí James W. Horne, con la supervisión de Leo McCarey).
“Esta historia se refiere a la vida de un tal Nanook (el oso), su familia y un pequeño grupo de seguidores, los ‘Itivimuits’ de Hopewell Sound, Ungava del Norte. Gracias a su amabilidad, fe y paciencia se hizo esta película”
“Hace 200 años el gran páramo de Dorsetshire corrió salvaje y sombrío hasta el mar. Aquí, en escondidas cuevas y solitarias aldeas, las bandas de contrabandistas realizaban su provechoso trabajo. Y aquí, en una tarde de octubre del año 1757, un muchachito vino en busca de un hombre del que creía ser su amigo”
"Desconfiad de los falsos profetas que se cubren con pieles de cordero, pero que en su interior son lobos furiosos. Por sus actos les conoceréis."
De entre los excelentes directores a los que el caprichoso destino ha relegado a un segundo plano, William A. Wellman es sin duda uno de los casos más lacerantes: autor de cerca de setenta títulos que abarcan desde los años del cine mudo hasta finales de la década de los cincuenta, Wellman es a menudo más recordado como el director del primer film galardonado con el Oscar a la mejor película (Alas, 1927) que como responsable de no menos de una docena de excelentes obras entre las que destaca, por encima de todas, esta magnífica Incidente en Ox-Bow.
Si John Frankenheimer puede considerarse uno de los máximos representantes de la generación de directores surgidos de la televisión en la década de los sesenta (junto a Sidney Lumet o Arthur Penn, este último, de hecho, director inicial del título que nos ocupa, despedido tras el primer día de rodaje por un Lancaster descontento con el tono intimista que pretendía dar a la película), es sin duda gracias a obras como El tren, excelente exponente de un cine que, sin rehuir las temáticas sociales o de carácter político (más bien abordándolas de manera preminente), no oculta su vocación popular con una puesta en escena completamente al servicio de la acción y en la que cualquier dilación de la trama principal parece absolutamente fuera de lugar.