cine americano

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Mulholland Drive

Hacer una película es algo subconsciente. Las palabras se cruzan en el camino. El pensamiento racional se cruza en el camino. Y puede hacerte parar en seco. Pero cuando, de otra parte, surge como una especie de corriente pura, el cine tiene una manera grandiosa de dar forma al subconsciente. Es un lenguaje estupendo para eso
David Lynch
 

Bailar en la oscuridad

Bailar en la oscuridad se inicia con la versión orquestal de New World (el tema que canta Selma Jezkova – Bjork - al final de la película), una secuencia de apertura musical al estilo de las grandes superproducciones del género (especialmente parecida al inicio de My Fair Lady, de George Cukor) que se verá abruptamente interrumpida por el austero cartel con el título de la película, seguido de las primera imágenes (cámara en mano y con cortes sin continuidad) en las que vemos a Sel

Ed Wood

De entre las muchas virtudes que encontramos en los grandes creadores de la historia del arte, talento y pasión son seguramente dos de las condiciones indispensables. Artistas con talento y sin pasión los hay a raudales: de ellos nos llegan las obras más academicistas, bajo formas de expresión acomodaticias y carentes del más mínimo riesgo.

Laura

“Jamás olvidaré el fin de semana en que murió Laura. Un sol plateado ardía en el cielo como una enorme lupa. Fue el domingo más caluroso que recuerdo. Me sentía como si fuera el único ser humano que quedaba en Nueva York. Porque me sentí solo cuando murió Laura. Yo, Waldo Lydecker, fui el único que la conoció de veras”

 

Atrapado en el tiempo

Es difícil encontrar en la última década del siglo pasado (no hablemos ya de lo que llevamos del nuevo) una película que entronque de manera tan directa con la comedia clásica de la época dorada de Hollywood como Groundhog Day. Recogiendo la imagen del título de su versión española, se diría que el cuarto largometraje de Harold Ramis (director con apenas una docena de títulos en su filmografía, ninguno de los restantes a la altura del que nos ocupa) es una obra felizmente atrapada en el tiempo, concretamente en el de los grandes títulos del screwball que dieron al género de la comedia su mejor y más fructífera etapa.

Terciopelo azul

Plano de un cielo azul radiante; la cámara panoramiza en sentido descendente hasta enfocar las bellas flores de un jardín; un bombero saluda amablemente desde el camión que circula por el vecindario (fotograma 1); unos escolares cruzan la calle bajo la protectora mirada de una voluntaria que les da paso; un hombre riega el césped mientras su esposa mira la televisión en el interior de la vivienda… De repente, un pequeño incidente quiebra la armonía del momento: la manguera con la que el hombre está regando se enrosca en una rama y, justo en el momento de intentar liberarla,

Fargo

En una de las mejores secuencias de Fargo, después de asesinar al policía que les detiene en la carretera, el psicópata Gaear Grimsrud (Peter Stormare) emprende la persecución del vehículo que se ha cruzado con la escena el crimen y huye a toda velocidad por la carretera helada. Desde el automóvil del perseguidor, las luces rojas de los faros posteriores que se observan a lo lejos se van acercándo cada vez más hasta que, de repente, desaparecen en la oscuridad. Gaear, perplejo, disminuye la velocidad y descubre, al poco rato, el automóvil estrellado en la cuneta.

Toro salvaje

En el ya mítico plano inicial sobre el que aparecen los títulos de crédito de Toro Salvaje (fotograma 1) vemos la solitaria silueta de Jake La Motta (un extraordinario Robert de Niro) calentando sobre la lona de un ring vacío con los bellísimos acordes de la Caballeria Rusticana de Pietro Mascagni de fondo (una ópera que va a acompañar algunos momentos de la película, reforzando el carácter trágico de la historia).

Horizontes lejanos

“Me gusta que un hombre se marque una línea de conducta, la respete y la haga respetar. Ello solo ya es digno de estima. Sabe dónde se encuentra, sabe adónde se dirige... ¡Y llega a dónde quiere llegar!”
Anthony Mann
 

Cantando bajo la lluvia

Poco se puede decir de un film como Cantando bajo la lluvia, no tanto por lo mucho que se ha escrito sobre el mismo sino, sobre todo, por la dificultad de glosar en un texto el goce que supone dejarse arrastrar por la energía y la vitalidad de uno de los mayores musicales (si no el mayor) de la historia del cine. Estamos ciertamente ante una de las obras cumbre de la cultura popular norteamericana, una cultura cuya reivindicación será justamente uno de los temas centrales de la película, poniéndola en valor frente a (o al lado de) la cultura clásica de las élites intelectuales.

Eduardo Manostijeras

"La idea me surgió por un dibujo que había hecho hace mucho tiempo. Sólo era una imagen que me gustaba. Me vino inconscientemente y estaba ligada a un personaje que quiere tocar pero no puede, que es creativo y destructivo a la vez: esa clase de contradicciones que puede crear una especie de ambivalencia. Estaba muy ligada a una sensación. La manifestación de esa imagen se hizo realidad y probablemente salió a la superficie cuando era un adolescente, porque era algo muy adolescente. Tenía que ver con las relaciones. Me sentía incapaz de comunicarme.

Carta de una desconocida

He encontrado una nueva excusa para no ir demasiado a menudo al cine: si se trata de una película de un director al que admiro, ya puedo imaginarla sin verla; cuando conoces bien el estilo de un director, no tienes necesidad, por así decirlo, de ver su película, de tan bien que puedes imaginarla. En cuanto a los que trabajan mal, puedes igualmente imaginar sus películas sin verlas
Max Ophuls
 

Sin perdón

Ella era una muchacha guapa, no sin ofertas de matrimonio. Así que a su madre se le rompió el corazón cuando decidió contraer matrimonio con William Munny, un ladrón y asesino conocido, un hombre notorio por su carácter vicioso e inmoderado. Cuando ella murió, no fue por él, como esperaba su madre, sino de viruela. Fue el año 1878
 

Delitos y faltas

Los denominados temas existenciales en mi opinión siguen siendo los únicos temas que vale la pena tratar. Cada vez que se trata de otros temas se están rebajando los objetivos. Uno puede apuntar hacia cosas muy interesantes, pero para mí no es lo más profundo. No creo que se pueda aspirar a mayor profundidad que a los denominados temas existenciales, los temas espirituales
Woody Allen