cine negro

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Retorno al pasado

Detesto las angulaciones extrañas, los objetivos deformantes. Así es muy fácil despistar al espectador. Mientras que permanecer muy cerca de los actores, no utilizar nunca trucos y, sin embargo, crear una atmósfera extraña, es mucho más difícil

Jacques Tourneur

 

Círculo rojo

“Cuando dos hombres, incluso si lo ignoran, están destinados a encontrarse un día, cualquier cosa puede pasarles, y pueden seguir caminos divergentes, pero cuando llegue el día, inevitablemente serán reunidos en el círculo rojo”
Rama Krishna
 

El Padrino

El poder. Los intereses del poder; ese sí que es un tema que me apasiona. Porque lucho contra el poder. Mi problema, en la industria cinematográfica e incluso en el mundo cultural, es que piso los terrenos de gente que controla lo que querría controlar yo. Es la historia de siempre. Y naturalmente este tema me obsesiona
Francis Ford Coppola
 

La ley del silencio

Lo difícil, en la vida, no es cuando se quiere a alguien, sino cuando los dos sentimientos coexisten. Y tales son mis relaciones con América. Verdaderamente la quiero y estoy muy resentido con ella (...). Y me atacan de lados opuestos: algunos, a causa de mi testimonio, me tratan de reaccionario, pero muchos más son aquellos que dicen que muerdo la mano que me ha dado de comer, que soy anti-americano. Siempre hay fuego en mis películas. Es una manera de expresar lo que me gustaría hacer con ciertos aspectos de la vida americana
Elia Kazan
 

Laura

“Jamás olvidaré el fin de semana en que murió Laura. Un sol plateado ardía en el cielo como una enorme lupa. Fue el domingo más caluroso que recuerdo. Me sentía como si fuera el único ser humano que quedaba en Nueva York. Porque me sentí solo cuando murió Laura. Yo, Waldo Lydecker, fui el único que la conoció de veras”

 

Sed de mal

No he podido recuperar una entrevista en la que Orson Welles justificaba el célebre plano-secuencia inicial de Sed de mal por la voluntad de poner a prueba la destreza de los técnicos del estudio: “Quise comprobar si serían capaces de resolver toda la escena en una sola toma”, venía a decir el director al ser preguntado por las motivaciones de la secuencia en cuestión.

Forajidos

Forajidos es una extraordinaria muestra de adaptación de un texto literario a la pantalla, no solo por la fidelidad de la traslación del relato de Hemingway (a lo que sin duda ayudó el estilo conciso y directo del escritor), sino por el posterior desarrollo de la historia para dar cuenta de las vicisitudes que llevaron a su protagonista, El Sueco Ole Anderson (magistral Burt Lancaster en su sorprendente debut cinematográfico), a esperar impasible la llegada de los dos pistoleros encargados de acabar con su vida.

La mujer del cuadro

Ante todo, uso mi cámara de manera que muestre las cosas, cuando sea posible, desde el punto de vista del protagonista; así mi público se identifica con el personaje en la pantalla y piensa con él”  
Fritz Lang
 

Casablanca

“Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial la Europa prisionera volvió los ojos con esperanza o desesperación hacia la libertad de los Estados Unidos. Lisboa se convirtió en el punto de partida, pero no todos podían llegar directamente a Lisboa. Así nació una tortuosa ruta de refugiados. De París a Marsella. A través del Mediterráneo hasta Orán. Y desde allí en tren, coche o a pie bordeando África hasta Casablanca en el Marruecos francés. Aquí, los afortunados con dinero, influencia o suerte pueden obtener visados y salir hacia Lisboa y salir hacia el nuevo mundo.

El enemigo público

Después de la fundacional La ley del hampa (Underworld, 1927), de Josef von Sternberg, El enemigo público es (quizá junto con Hampa dorada, de Mervin LeRoy) el primer gran film de gángsters de la etapa sonora, no sólo por contener todos los ingredientes de la que se convertirá en la más reconocible estructura argumental del género (la que describe la ascendencia y caída de un sanguinario gángster) sino también por suponer el primer gran papel como forajido de un Jam

El beso mortal

Kiss me Deadly, tercer largometraje de Robert Aldrich tras su doble incursión en el western con Apache y Veracruz (ambas de 1954), es una película extraña e impensable en el cine contemporáneo: concebida como una de las clásicas producciones de serie B de la década de los cincuenta (un modelo que ofrecería no pocas joyas aprovechando justamente su condición minoritaria y, por tanto, la menor atención recibida por parte de los guardianes del pensamiento políticamente correcto), se diría que Aldrich se aprovecha de las convenciones del formato para abordar esta hist

El sueño eterno

“Le pedí a Raymond Chandler que me explicara quien mataba a tal y cual. Me envió un cable diciendo que era George no-sé-cuantos. Le dije que no podía ser George; estaba en la playa en ese momento. Me mandó otro cable diciendo, ‘Entonces yo tampoco lo sé’. En realidad, no le importaba. Era la primera vez que hacía una película y decidía no explicar las cosas. Me limitaba a tratar de hacer buenas escenas”
Howard Hawks
 

Los violentos años veinte

Además de un extraordinario film de género negro, Los violentos años veinte es una magnífica crónica de una de las décadas más convulsas de la historia de los Estados Unidos, la que abarca el período entre el fin de la primera guerra mundial hasta el fatídico crack del 29, marcada claramente por la instauración de la ley seca y el auge de las bandas mafiosas que ésta trajo consigo (una cualidad, la de erigirse como fiel reflejo de un período y lugar determinados, muy característica de un género que, gracias a su capacidad transgresora, supo mostrar el lado más oscuro de la sociedad

Bajos fondos (Underworld U.S.A.)

Underworld USA arranca con la escena de un joven Tolly Devlin (David Kent) robándole reloj y cartera a un borracho en un lúgubre callejón durante la celebración de noche vieja. Una secuencia que Fuller filma combinando los planos cortos del rostro de Tolly con vigorosos travellings de seguimiento del protagonista en su huida entre las sombras del callejón, y que será un fiel anticipo de la enérgica puesta en escena que va a dominar toda la película.
 

El tercer hombre

Segunda colaboración de Carol Reed con Graham Green, en este caso con un texto original escrito expresamente para la gran pantalla (no una novela adaptada, como figura erróneamente en muchas reseñas, a diferencia de los otros dos guiones de Green para el director, El ídolo caído y Nuestro hombre en la Habana, que sí adaptaban relatos preexistentes del autor), El tercer hombre es sin lugar a dudas la obra cumbre de un director que encontraría en el texto de Green (un nuevo

El abrazo de la muerte

“No regresé por ella. Eso no tenía nada que ver. No iba a buscarla. No esperaba toparme con ella. No quería verla en particular. Estaba seguro de eso. Pero desde el principio todo apuntó en una sola dirección. Estaba en las cartas o era el destino, o una maldición o como quieran llamarlo. Pero fue desde el principio”
 

El buscavidas

No hay en la historia del cinematógrafo ninguna otra película con gestos como los de El buscavidas. El de Eddie Felson (Paul Newman) acariciando el tapete de una mesa de billar (fotograma 1) a su llegada al local en el que reina Minnesota Fats (Jackie Gleason) para retarle en duelo (“Viene a esta sala de billar cada noche a las ocho en punto. Quédate aquí, él te encontrará”). El del cliente que, cuando va a salir del local (el reloj justo a las ocho en punto), abre las puertas de par en par para ceder el paso a Minnesota Fats.

El desvío

20.000 dólares costó esta obra maestra, una película de culto que consigue que todas sus dificultades y limitaciones se conviertan en virtud. Englobada en la Serie B por su escaso presupuesto, Detour no oculta su humildad de medios con escenarios pequeños, múltiples escenas en coches, uso de transparencias y actores poco conocidos, pero tampoco una potencia visual y determinación en lo que cuenta que la acaban convirtiendo en una obra clave del género. Edgar G.

La ley del Hampa

Resulta curioso que un director como Budd Boetticher, cuya época de madurez se centró casi exclusivamente en el western (catorce de los dieciocho títulos que rodó desde 1952 hasta el final de su carrera), género con el que consiguió sus grandes obras maestras, clausurara prácticamente su filmografía (si obviamos su obra póstuma y prácticamente inédita, el western Un tiempo para morir, rodada en 1969 y no estrenada hasta 1982) con una película como La ley del hampa, sin lugar a dudas una de las últimas grandes entregas del cine de gángsters, junto a la inmediatamente poster

Scarface, el terror del hampa

Si algo sorprende del planteamiento de Scarface, es la ausencia del más mínimo tono moralista de la película o su renuncia, cuando menos, a intentar ofrecer cualquier explicación al comportamiento criminal de su protagonista. Si en su predecesora El enemigo público (William A. Wellman, 1931), primer gran acercamiento al género de gàngsters del sonoro, se nos mostraba el entorno social y familiar en el que crecía el personaje principal de la película como un factor decisivo en su posterior carrera delictiva, nada de eso encontramos en Scarface, más allá de mostrar a su protagonista, Tony Camonte (Paul Muni), como un personaje de mentalidad infantil que parece incapaz de comprender la diferencia entre el bien y el mal.