cine mudo

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Tiempos modernos

La imagen es imborrable: al hombrecillo recién recuperado de una crisis nerviosa le recomiendan tranquilidad y una vida en calma. Va por la calle con su sombrero hongo, su chaqueta estrecha y sus grandes zapatos, y a su lado un camión deja caer una bandera (roja, supongo) que advertía sobre su carga larga. El hombrecillo la recoge y apura el paso gritándole al conductor del camión mientras agita la bandera, sin notar que a su espalda se aproxima una manifestación callejera que, rauda, lo acoge como a uno más de sus miembros (fotograma 1).

Tabú

Todos nuestros esfuerzos deberían encaminarse a librar al cine de aquello que no le es propio, de todo lo que es innecesario y trivial y proviene de otras fuentes - todos los trucos, gags y actividades que no pertenecen al cine sino al teatro y a los libros (...). Debemos buscar cada vez mayor sencillez y dedicación a la técnica y materiales puramente cinematográficos

Friedrich W. Murnau

 

Ojo por ojo

Iba siendo hora ya de incluir en esta página una película de Stan Laurel y Oliver Hardy, o El Gordo y el Flaco, como siempre los hemos conocido por estos lares. Y escribo “de Stan Laurel y Oliver Hardy” porque en pocos casos como en el de la pareja cómica las películas son tan o más de sus protagonistas como de sus directores (aquí James W. Horne, con la supervisión de Leo McCarey).

Nanook, el esquimal

“Esta historia se refiere a la vida de un tal Nanook (el oso), su familia y un pequeño grupo de seguidores, los ‘Itivimuits’ de Hopewell Sound, Ungava del Norte. Gracias a su amabilidad, fe y paciencia se hizo esta película”

 

La caja de Pandora

Aun con el título de la segunda de las obras del díptico de Frank Wedekind, La caja de Pandora se basa de hecho en las dos piezas que el dramaturgo alemán dedicó al personaje de Lulu: El espíritu de la tierra (1985) y la homónima La caja de Pandora (1904); o más propiamente en la mitad de la primera y la totalidad de la segunda, circunstancia que confiere a la película una de sus primeras peculiaridades.

La brujería a través de los tiempos

Resulta cuando menos insólito que una obra como La brujería a través de los tiempos sea la película más cara de la historia del cine mudo escandinavo (producido por Svensk Film, el filme tuvo un coste final de cerca de dos millones de coronas), no tanto por su temática sino, sobre todo, por el formato propuesto por su director, Benjamin Christensen, abordando el tema de la brujería desde una visión muy próxima al cine documental.

El último

Uno de los tópicos más repetidos y comúnmente extendidos sobre el  cine mudo alemán es el encasillar todas las grandes obras de ese periodo dentro de la etiqueta tan sobre utilizada de “cine expresionista”, de forma que resulta casi inevitable a la hora de afrontar un filme de ese periodo el referirse al término, y rascar de alguna manera sus influencias expresionistas por mucho que la película se resista a amoldarse a esa definición. Esta aproximación no solo es reduccionista sino que hace un flaco favor al que es uno de los periodos más interesantes de la historia del cine, caracterizado precisamente por la variedad de estilos que se hicieron presentes en la gran pantalla. Y de hecho es esta amalgama de influencias uno de los rasgos más remarcables de El último, una de las obras cumbre de esta etapa.

El tesoro de Arne

De entre las muchas peculiaridades de una película como El tesoro de Arne, una de las más destacables es sin duda alguna el carácter malévolo del héroe de la historia, el noble escocés Sir Archie (Richard Lund), quien, junto a sus dos compañeros de fuga, Sir Philip (Erik Stocklassa) y Sir Donald (Bror Berger), cometerán en el segundo acto de la película una atroz masacre en la vivienda del párroco Arne (Hjalmar Selander) para robar el preciado tesoro que éste posee.

Avaricia

“Tres semanas no bastarían para intentar expresarles la pena que sentí tras la mutilación de mi propia obra”

Erich von Stroheim

 

Viaje a la luna

No es fácil llevar a cabo ejercicios críticos sobre el cine de los orígenes, aquel que manufacturaron los pioneros allá por los finales del siglo XIX y los albores del XX, y en el que primaba más la búsqueda de soluciones técnicas a problemas todavía no resueltos que una voluntad ficcional narrativa que aún carecía de códigos, mecanismos y fórmulas para un feliz desarrollo.

La carreta fantasma

Si hay un hecho que ha motivado que La carreta fantasma sea algo más conocida entre el aficionado medio que muchas otras obras de la época del cine mudo, éste es sin duda el del homenaje que en su día le realizara Stanley Kubrick en la secuencia más celebrada de El resplandor (The Shining, 1980).

El moderno Sherlock Holmes

Que el de la comedia es un género muy serio es un hecho palpable desde los inicios del cinematógrafo, cuando los hermanos Lumière deciden pasar de sus primeras cintas documentales (tras la fundacional La salida de los obreros de la fábrica, 1985) al cine de ficción precisamente con un título de género cómico (El regador regado, 1895), si no la primera, sí la más popular entre las primeras películas de ficción de la historia del cine.
 

Amanecer

De entre las valoraciones sobre una obra cinematográfica comúnmente aceptadas como incontestables, debo admitir que la que sitúa Amanecer no sólo como el mejor film de Murnau, sino también como una de las obras cumbre de la historia del cine, siempre me ha provocado cierto desconcierto.

Estrellas dichosas

Si la principal intención a la hora de crear esta página personal fue la de conseguir grabar en la memoria la esencia formal y temática de los grandes creadores de imágenes de la historia del cine, no es menos cierto que otra gran motivación es también la de descubrir alguna de las grandes obras de esos creadores que en mi caso permanecen todavía inéditas (ya sea por descuido, ya sea por tratarse realmente de películas que dormitan, todavía hoy en día, prácticamente en el anonimato).

La quimera del oro

Cuando un personaje puede aparecer ataviado con su eterno atuendo en cualquier circunstancia y lugar sin que pongamos en cuestión la veracidad de su presencia es que ese personaje ha trascendido las reglas y convenciones de la ficción para convertirse en una figura icónica.

Llegada del tren a la estación de La Ciotat

Cuenta la leyenda que una fría tarde de enero de 1896, en una de las primeras sesiones cinematográficas de los hermanos Lumière en la oscura sala de un café parisino, el público se levantó aterrorizado de sus sillas ante la visión de una enorme locomotora aproximándose de manera inexorable hasta los límites de la pantalla. Mito o realidad, lo cierto es que el impacto que debió producir la imagen del monstruo ferroviario llegando a la estación de La Ciotat a los ojos de un público cinematográficamente virginal hubo de ser considerable.

La última orden

En estos tiempos de escasez de ideas en los que tanto abundan las segundas y terceras versiones (los tan desprestigiados remakes), no sólo de algunos de los grandes clásicos (que la pereza de gran del público mantiene en el más oscuro de los olvidos) sino incluso de peliculitas rodadas hace apenas un par de décadas (¡que esa misma parte del público ya debe considerar antiguas!), es sorprendente que no exista todavía (o al menos yo no lo he sabido encontrar) un remake de una filme como La última orden, teniendo en cuenta la originalidad e ingenio de su pro

La marcha nupcial

Penúltima gran obra de la turbulenta filmografía de Stroheim (para mi gusto, superior a la posterior e inacabada Queen Kelly, al menos en lo que el metraje final de aquélla nos deja entrever), La marcha nupcial parte de una situación argumental que el director repetiría en los tres títulos posteriores a la monumental Avaricia: un personaje vinculado con la realeza se ve obligado a renunciar a su amor por una plebeya a causa de las obligaciones de su posición.

El circo

Toda la vida seré un clown, nada más ni nada menos, lo que me sitúa a mucha más altura que cualquier político
Charles Chaplin
 

La ley de la hospitalidad

Segundo largometraje (aquí en codirección con John G. Blystone) tras Las tres edades (también de 1923), La ley de la hospitalidad es la primera gran obra de Buster Keaton, un film de ritmo trepidante y repleto de ingeniosos gags que combinan una puesta en escena eficacísima con el habitual despliegue físico de su protagonista en muchas de sus secuencias (especialmente  en la parte final de la película).
 

Y el mundo marcha

The Crowd (mucho mejor el título original) es, como explica el director, la historia de la vida de un hombre común, uno más entre la multitud, único e individual pero perfectamente reconocible en sus vicisitudes, anhelos, logros y decepciones.

Isn't Life Wonderful

Los títulos de presentación de Isn't life wonderful nos advierten de que nos encontramos ante una obra en la que “no hay acciones trepidantes ni melodramas desaforados”, muy alejada por tanto de las producciones de gran formato más célebres del director. Situada en la Alemania devastada tras el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, la película se centra en la lucha por la supervivencia de una familia de refugiados polacos que son trasladados a Berlín, una ciudad asolada por el hambre, la miseria y la falta de trabajo. Y es justamente ese tono alejado del gran melodrama y centrado en los pequeños detalles que describen la dura cotidianidad de la familia protagonista, lo que confiere su mayor atractivo a la película.

El gran desfile

Admitámoslo abiertamente: dejando de lado el género de la comedia (por su natural vocación transgresora), hay grandes clásicos del cine mudo que, aun teniendo un incuestionable valor artístico, pueden provocar una digestión un tanto pesada al revisarlos un siglo después de su gestación o que requieren, cuando menos, de un ejercicio de contextualización (en cuanto a las conveniencias y normas morales de la época en que fueron creados, por ejemplo) como paso previo y necesario para su pleno disfrute.

Nosferatu

Nosferatu, primera adaptación al cine que ha llegado a nosotros de la novela Drácula de Bram Stoker, pasa por ser una de las cumbres del expresionismo, aunque, en sentido estricto, su relación con ese movimiento sea escasa. Particularmente, la veo muy ligada con el espíritu romántico, pero no demasiado con el expresionismo propiamente dicho.

Tierra

Tierra elabora y amplifica el final de Arsenal (1929), la anterior película de Dovjenko, para mostrar la indestructibilidad de la clase trabajadora (en esta ocasión, los campesinos). Frente a la complejidad airada de aquella, destaca por su carácter simple y contemplativo, por la lentitud de su tempo.

El maquinista de La General

En su autobiografía, Buster Keaton insiste en presentarse a sí mismo no como un artista, sino como un mero cómico que buscaba entretener a su público. Pero es obvio alguien que no fuera más que un cómico no habría dirigido algunas de las mejores películas de la historia del cine, como es el caso de El Maquinista de la General, una obra que demuestra que por mucho que Keaton se viera a sí mismo como un artista de vodevil que se había trasladado al cine, en realidad era uno de los mejores directores de su época.