Honor de Cavalleria

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Honor de Cavalleria
Director:
Albert Serra

Título Original: Honor de Cavalleria / Año: 2006 / País: España / Productora: Andergraun Films / Eddie Saeta / Notro Films / Duración: 110 min. / Formato: Color - 1.85:1
Guión: Albert Serra (Novela: Miguel de Cervantes) / Fotografía: Christophe Farnarier, Eduard Grau / Música: Ferran Font
Reparto: Lluís Carbó, Lluís Serrat, Albert Pla, Glynn Bruce
Fecha estreno: 12/05/2006 (España) - 19/05/2006 (Cannes Film Festival)

Honor de Cavalleria es un canal de viveza. Las imágenes no registran sino que fluyen. No encierran sino que abren (fotograma 1). Poseen una estructura frondosa que habilitan una singular alquimia: la de hacer sentir el tiempo como una hendidura o un desgarro abierto y amenazante. La figura de Sancho (Lluís Serrat) aparece sentada en el suelo al fondo del encuadre, no del todo visible pues en primer término las espigadas hierbas camuflan su imagen. Aparece el Quijote (Lluís Carbó), se acerca a Sancho y le pide que le haga una corona de laurel. Sancho se levanta y desaparece detrás de un árbol. La fotografía más oscura y la intensificación del sonido de los grillos indican que el día ha avanzado. Al cabo, Sancho aparece con una corona de laurel. El tiempo ha sido llenado por una acción causando la sensación de que el tiempo ha sido útil (llenado). En una escena posterior, el Quijote increpa a Sancho por ir siempre dormido y no haberse percatado por ello de la lluvia nocturna que ha hecho surgir caracoles y ha mojado el lomo del caballo. El tiempo nocturno no ha sido llenado por ninguna acción. Este tiempo eludido, como en los muchos que hay en la película, interpela al espectador respecto cómo o en qué los personajes han llenado el tiempo. El ánimo pasivo de Sancho y la mirada mística del Quijote sugieren que el tiempo ha sido llenado precisamente por la pasividad de Sancho y la mirada mística del Quijote. Y esta sensación de falta de avance, de paralización, origina, en el espectador (no en los personajes del film) una sensación de desesperanza. Pero esta sutil sensación de desesperación que conlleva la presencia del tiempo muerto no se origina y proyecta en espacios cerrados, ni en estructuras temporales determinadas, sino en espacios abiertos que respiran (en pocos filmes se siente la solana del ferragosto como en Honor de Cavalleria) y en elementos temporales que se infieren de la planificación y cambios de plano. Puntearlo no es impostura pues es la difícil y arriesgada naturaleza de la película: combina la acción exterior con la interior a través de la elaboración de imágenes y no a través de diálogos ni de clichés narrativos.

 

El universo consolidado de Honor de Cavalleria es el natural, no así el humano. Tierra, bosques, árboles, hierba, nubes, agua, viento, sol, luna y cielo, en tanto que universo perfeccionado, se imponen a los personajes humanos que desconocen y se desconocen entre ellos. Por ello la naturaleza suplanta y se apropia del protagonismo del film convirtiéndose en sujeto del mismo. De ahí su morosidad. Honor de Cavalleria es el diálogo del Quijote con la naturaleza. Pero no se trata de contemplación y veneración a la misma sino que el Quijote la observa para descubrir significados y revelaciones que permitan aplicarlos a la humanidad. Honor de Cavalleria mira al cielo (arriba) y mira a la altura humana, personificada en Sancho.

 

Sancho, los caballeros, el escudero (Albert Pla) “pululan” por el paisaje y entre ellos no se cruzan palabras y si lo hacen (caso del escudero y Sancho) es pura y solamente un cruzarse palabras. La difuminada y descolorida identidad de los personajes se corresponde con su forma de irrupción en el encuadre, como si todo ello fuera un universo pendiente aún de hacerse: de espaldas, de escorzo (fotograma 2) o bien de noche, sin que apenas puedan ser vislumbrados. Son apariciones y desapariciones dejando tan solo una tenue y fantasmagórica constancia física y la sensación de ser definitivas en tanto que no volverán a aparecer. Hay un mundo de comunicación deslavazada que no consiente el conocimiento ni la formación amistosa. Honor de Cavalleria está cerca del Satyricon de Fellini en tanto que su aproximación al pasado no es historicista sino más bien sensual y enigmática (la época de Cervantes en Albert Serra, la antigüedad romana de Petronio en Fellini). El tono extraño y fantástico como universo enigmático se apodera de la película. Así el Quijote desenfunda su espada, la ensalza contra el viento y se bate con él como si fuera un enemigo (fotograma 3).

 

La mirada a la altura humana resulta pues insatisfactoria. No ofrece respuesta. Es un universo dislocado y sin labrar. La metamorfosis está en el cielo. El Quijote ostenta esta convicción y por ello el nido de sus ojos se aposenta arriba (fotograma 4). La conversión de la mirada neutra, contemplativa y sin elevación de Sancho en una mirada activa, mística y poderosa constituye la misión del Quijote. La insistencia y la agresividad del Quijote para iluminar la estólida mente de Sancho resultan dificultosas. Sancho combina la mansedumbre con la rebelión y la fuga, en tanto que concibe el centro de su relación con el Quijote exclusivamente como la del escudero con el caballero y, por tanto, únicamente la de cumplir órdenes sin que, en definitiva, se concluya con la conversión de Sancho. Pero lejos de convertirse en un film cerrado y conductivo, Honor de Cavalleria es todo lo contrario: respira a espacios abiertos y a sensualidad (transmite alegría física el baño en el río del Quijote, el único momento que el personaje parece desprenderse de sí mismo) con matices lúgubres que se asocian al desamparo y al tiempo inerte.

 

Jordi Torras Pous
© cinema esencial (septiembre 2016)

 

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Puntuación de Jordi Torras Pous: 9

 

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