La noche del cazador
"Desconfiad de los falsos profetas que se cubren con pieles de cordero, pero que en su interior son lobos furiosos. Por sus actos les conoceréis."
"Desconfiad de los falsos profetas que se cubren con pieles de cordero, pero que en su interior son lobos furiosos. Por sus actos les conoceréis."
De entre los excelentes directores a los que el caprichoso destino ha relegado a un segundo plano, William A. Wellman es sin duda uno de los casos más lacerantes: autor de cerca de setenta títulos que abarcan desde los años del cine mudo hasta finales de la década de los cincuenta, Wellman es a menudo más recordado como el director del primer film galardonado con el Oscar a la mejor película (Alas, 1927) que como responsable de no menos de una docena de excelentes obras entre las que destaca, por encima de todas, esta magnífica Incidente en Ox-Bow.
Si John Frankenheimer puede considerarse uno de los máximos representantes de la generación de directores surgidos de la televisión en la década de los sesenta (junto a Sidney Lumet o Arthur Penn, este último, de hecho, director inicial del título que nos ocupa, despedido tras el primer día de rodaje por un Lancaster descontento con el tono intimista que pretendía dar a la película), es sin duda gracias a obras como El tren, excelente exponente de un cine que, sin rehuir las temáticas sociales o de carácter político (más bien abordándolas de manera preminente), no oculta su vocación popular con una puesta en escena completamente al servicio de la acción y en la que cualquier dilación de la trama principal parece absolutamente fuera de lugar.
¿Se puede admirar un film con un discurso abiertamente racista, en el que la mayor parte de los negros son presentados como seres ociosos e ignorantes, cuando no directamente como mezquinos y delincuentes, y cuyos héroes son nada más y nada menos que los fundadores del Ku Klux Klan?
En la lista de adaptaciones absurdas de títulos de películas al español, la de El demonio del mar debería estar indiscutiblemente entre las de cabeza, sin que sirva de descargo que el original, Down to the Sea in Ships (que, entiendo, se podría traducir como Surcando el mar en navíos), tampoco sea especialmente logrado y no haga justicia en todo caso a las virtudes de la es que para mí, no solo la mejor película de Hathaway (de las que conozco) sino, además de un extraordinario film de aventuras, una de las más bellas historias de amistad y aprendizaje de la hist
“Hace unos siglos, en un rincón del Reino de Prusia, vivía una pequeña princesa elegida por el destino para convertirse en el mayor monarca de su época: Zarina de todas las Rusias, la conocida como Mesalina del Norte”
“Tres semanas no bastarían para intentar expresarles la pena que sentí tras la mutilación de mi propia obra”
Erich von Stroheim
“El poder. Los intereses del poder; ese sí que es un tema que me apasiona. Porque lucho contra el poder. Mi problema, en la industria cinematográfica e incluso en el mundo cultural, es que piso los terrenos de gente que controla lo que querría controlar yo. Es la historia de siempre. Y naturalmente este tema me obsesiona”
Francis Ford Coppola
No he leído la novela homónima de Ernest Hemingway en la que se basa Adiós a las armas y, por tanto, no puedo juzgar la fidelidad de la adaptación de Borzage de la mano de sus guionistas Benjamin Glazer y Oliver H.P.
"Un hombre sencillo y honesto, acorralado por depredadores sofisticados, puede, si lo desea, llegar hasta lo más profundo de sus recursos dados por Dios y surgir con todo el valor, ingenio y amor necesarios para triunfar sobre su entorno. Ese tema prevalecería en todos - excepto en dos - mis filmes posteriores. Era el grito de rebeldía del individuo contra ser pisoteado hasta verse reducido a pulpa por la masa: la producción en masa, el pensamiento en masa, la educación en masa, la riqueza en masa, la conformidad en masa"
Frank Capra